Violencia Filio-Parental
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lunes, 18 de abril de 2016
miércoles, 13 de abril de 2016
¿Cuándo consultar a un profesional?
Es recomendable consultar con un profesional en el caso de que los padres se vean desbordados por los comportamientos agresivos o violentos de sus hijos; cuando se detecte una pérdida evidente de autoridad que se mantiene en el tiempo; cuando se observe una tendencia obsesiva por llevar a cabo sus propósitos por encima de la opinión y del permiso de los padres.
La característica principal del menor violento es que sus conductas agresivas no son aisladas, sino que muestra una tendencia obsesiva por llevar a cabo sus propósitos por encima de la autoridad y la supervisión de sus padres
La Subdirección de la Infancia del Gobierno de Cantabria ofrece a estos menores conflictivos y a sus familias un abordaje multidiciplinar con el fin de prestarles una atención integral.
Lo hace mediante un programa destinado a padres e hijos , con talleres específicos y adaptados a cada caso, para ofrecer una pronta respuesta a todo tipo de familias con estos problemas.
¿TE ESTA PASANDO? IDENTIFICALO.
Estamos ante unos niños y adolescentes que causan daño a sus madres y/o padres utilizando distintos tipos de malos tratos: psicológico, físico y económico, y que pueden aparecer juntos o por separado. Analicemos brevemente los tres tipos de violencia:
- Por violencia física se entiende un conjunto de conductas que pueden producir daño corporal utilizando objetos contundentes o partes del cuerpo. En España no es frecuente el uso de armas de fuego, que si aparecen en estudios realizados en los países anglosajones (Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Canadá).
- Por violencia económica se entiende toda conducta que incluya robo y/o deudas económicas de los hijos que deben pagar los progenitores.
- Por violencia psicológica entendemos toda conducta que atenta contra el equilibrio psico-emocional de las víctimas. Es importante resaltar que la violencia que ejerce el hijo contra su madre y/o padre provoca en éstos desvalorización y sufrimiento, lo que comporta baja autoestima, sentimiento de culpabilidad y fracaso o frustración por no saber educar y socializar a su hijo. Y es en ese preciso momento, ante la derrota psico-emocional y anulada la voluntad de la víctima,cuando los objetivos del hijo se puede alcanzar: desautorizar, controlar y dominar.
¿Es un problema?
Uno de los principales motivos es, según Castaño, la falta de normas y límites claros en el hogar. «Hay padres que protegen en exceso a sus hijos: les dan todo lo que quieren, les hacen los deberes, les dan dinero para caprichos... En el momento en que le dicen "no", comienzan los gritos y el hijo tenderá a desahogar toda su rabia con golpes o insultos porque no entiende que se le contrarie. Algo parecido ocurre con los hijos de padres muy autoritarios que guardan mucha rabia y en cuanto el pequeño crece y se ve con fuerzas, se enfrenta a los padres de forma violenta para devolverles aquello que consideran injusto».
Otro de los motivos es la fisura educativa entre padre y madre cuando uno le permite cosas y otro no. «La falta de acuerdo en la forma de educar hace que el niño se ponga de parte de uno, del que le permite hacer todo, pero siempre llega un día en que hay algo que no se le puede permitir y el rebote por parte del hijo es tan grande que llega a pegar a sus padres por no comprender dicha negativa».
Es curioso el dato de que muchos jóvenes que agreden a sus padres, no son violentos fuera de su hogar. «En Inglaterra se ha realizado un estudio que determina que el 36% de los chicos y chicas que pegan en casa también lo hacen en la calle —apunta Urra—. El resto no. En España no hay un estudio al respecto, pero sí es muy significativo que cuando sucede este tipo de violencia los profesores se quedan sorprendidos: «¡pero si es un chico estupendo en clase!».
domingo, 10 de abril de 2016
¿Qué es?
La violencia filio-parental (VFP) o violencia de los hijos a los padres es el conjunto de conductas reiteradas de agresión físicas (golpes, empujones, arrojar objetos), verbales (insultos repetidos, amenazas) o no verbales (gestos amenazadores, ruptura de objetos apreciados) dirigida a los padres o a los adultos que ocupan su lugar.
Se incluyen, entonces, las amenazas y los insultos, ya sean realizados a través de gestos o verbalizaciones, las agresiones físicas de cualquier tipo, o la ruptura consciente de objetos apreciados por el agredido. Además, la violencia debe ir dirigida contra los padres o aquellas figuras parentales que les sustituyan: tutores, educadores, etc.
No se incluiría, por tanto, en esta definición la violencia ocasional sin antecedentes y que no se repite. Esto excluye, de manera casi generalizada, el parricido, que presenta características particulares que lo distinguen y que, a menudo, constituye un episodio único, sin que se registren antecedentes. Se excluyen, también, la agresión sexual a los padres y los asaltos premeditados con armas letales por considerarse de un perfil diferente, así como la violencia que aparece en un estado de disminución importante de la consciencia (autismo o retraso mental grave) y que no se repite cuando este estado remite: violencia en el curso de intoxicaciones, de trastornos mentales orgánicos, de trastornos del curso o contenido del pensamiento, etc.
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